lunes, 23 de marzo de 2009

Eterno retorno

Pues va a ser que esos malditos griegos tenían razón otra vez.
Y es que las cosas se repiten, te asalta un deja vù, esa inquietante sensación de que ya lo has vivido, de que un frio aliento sopla en tu nuca, de que si te das la vuelta allí estará de nuevo, con el mismo vestido, con la mirada sobre tí, la última palabra por decir, el gesto leve que te invita, una pregunta que aguarda la respuesta que nunca diste.
Y es que habíamos recorrido ya el camino de vuelta, sabiendo que mañana será de nuevo el día de la marmota, que todo está visto, que no hay nada nuevo bajo el sol, que mi abuelo tenía razón y tiempos pasados siempre fueron mejores, que la cocina como la de mamá, que el madrid, el de Diestéfano, que para bailar, el agarrao, que la tortilla, con huevos.
Y hete aquí que todas estas sospechas se ven confirmadas ahora, por la más contundente prueba de que el mundo es redondo, de que girar la esquina te llevará al mismo lugar, de que el taxista encontrará la carrera más larga para llevarte a casa, de que la felicidad de un perro es correr etérnamente tras su cola.
Y la prueba es ésta. Aquí está. No hay duda. La evidencia se impone: se puede cantar la historia del pop con cuatro acordes.
Los griegos tenían razón, el eterno retorno.

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